He leído el último documento publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Mater Populi FidelisCon asombro y ganas de aprender llego a la conclusión de que no entiendo ni la necesidad ni la conveniencia de este documento.
En la tradición católica, María siempre ha sido considerada corredentora y mediadora de la gracia, sin que ninguno de estos títulos sea dogma. Ambos, bien entendidos, no implican equiparar el papel de la Madre con el papel de su Hijo en la historia de la Redención. María, siempre fiel, permanece subordinada al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Ahora me preocuparía más que el ecumenismo que algunos proponen, en lugar de unir a todos los cristianos, acabe polarizándose para agradar y quedar bien con quienes se han separado de la Iglesia católica alegando principios contrarios a nuestra fe y nuestra doctrina.
Entiendo que este escrito del Dicasterio es fruto de un trabajo teológico y espero que nazca de un verdadero sentimiento católico -no conozco la conveniencia y oportunidad de aclarar estos atributos de Nuestra Señora-, ya que creo que no se hizo para satisfacer a quienes no comprenden el papel salvador de Nuestra Madre, principalmente los protestantes, ya que son ellos los que nos confunden con María y nos confunden con los dioses. igualdad jerárquica en sus iglesias porque no entienden el papel de nuestra Madre en la salvación, ni en la Iglesia, y por eso mandan a sacerdotisas, obispos y todas las medidas y órdenes en igualdad innecesaria.
Sí Proveedores de Fiducia¿Que otro documento del mismo Dicasterio para la Doctrina de la Fe, rompió con la Iglesia Ortodoxa, por la contradicción de la doctrina en relación a la bendición pastoral de las parejas del mismo sexo, quienes en conciencia no sintieron el mismo malentendido? Este nuevo escrito escandalizó a los católicos de todas partes y fue aplaudido sólo por aquellos cristianos -ni católicos ni ortodoxos- que no tienen formación en doctrina, y me atrevo a decir que no en semántica, en su mayoría protestantes.
Me entristece que le quiten las cualidades a nuestra Madre, que nos limiten los elogios a los hijos, porque quienes no entienden la concurrencia o mediación de María -por ese igualitarismo tan pagano, tan protestante, tan artificial- la arrinconarán o se olvidarán y acabarán por no confiar en acudir al Padre o no reconocerán el tiempo en que vendrá el Hijo. De hecho, ya está sucediendo.
En la Europa protestante, próspera y ordenada, profundamente bella y fructífera, atractiva como la madrastra de Disney, la hermosura, la disculpa y el perdón quedaron en el cajón de los calcetines viejos y desparejados que nadie mira y en el que nadie busca, y ahora muchos saludan el hecho de que los llamamientos de corredentores y mediadores al final no tienen lugar para tal mediador y mediador. una mujer poderosa en la causa protestante. ¡El protestantismo está triste precisamente por eso, porque le falta la Madre, con quien la Madre facilita! Y no lo hacen porque no entienden su papel, ni entienden la libertad como esa acción que te acerca a Dios. Han rechazado el perdón, el alivio, la disculpa y no entienden en absoluto la redención. El protestante necesita una igualdad perfecta -innecesaria e inexistente- en todos los ámbitos de la vida. Les basta la fe en Cristo y la fe por sí sola no les basta, si no se cultiva -entrenamiento- y no se trabaja -oración- se puede perder o corromper.
En las iglesias católicas de estos países, especialmente en Alemania, existen grandes diferencias en comparación con las iglesias más católicas marianas. Si conviviendo con los protestantes, con el deseo de abrir diálogos ecuménicos y acercar los caminos de la fe, renunciamos a la verdad católica de la doctrina y de la tradición, descuidamos los sacramentos y arrinconamos a la Madre, tenemos una Iglesia ecuménica, laica, que no es ni católica ni protestante, sino pagana.
En cambio, en la Europa católica, en la Europa ortodoxa, la Madre es entendida del mismo modo en sus dimensiones divina y humana y coincide extrañamente con esa arista mundana que yo llamo el mundo del alma mediterránea, Ese cinturón corre paralelo al mundo desde Tierra Santa hasta los Andes. Allí las madres ordenan el mundo doméstico y lo doméstico lo abruma todo, o lo abruma, porque el modernismo y el progresismo quieren acabar con lo doméstico. Son las madres que juegan con sus hijos, que tratan con dulzura a su padre y consiguen convertir un grano de trigo en un manjar interminable, que abren su casa a desconocidos, que preparan un festín con los restos de la noche. Esa alma nos iguala y une más que las leyes, la política y la prosperidad económica. Esa alma, esa manera de estar en el mundo –oriental y occidental– es católica, universal, maternal, eclesiástica, es abierta, es alma de madre y no busca la perfección, sino su propio bien, y esa diferencia es la clave.
Almudena González
¿Ecumenismo entrante? Fue publicado por primera vez en .