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Colombia debe dejar de ser un Estado fallido donde los grupos armados se consideran necesarios al margen de la ley. Guerrillas, Bakrim, grupos de autodefensa, clanes, mafias, cárteles, paramilitares, etc., no pueden ser parte del ADN nacional. El mensaje es claro, se necesita mano dura para erradicarlos de una vez por todas y, al mismo tiempo, apagar cualquier chispa que pueda convertirse en otro grupo de este tipo en el futuro. Lema y acción: Los únicos grupos armados deberían ser Fuerzas militaresLa policía y excepcionalmente, empresas de seguridad privada autorizadas por la ley. Todo dentro de la ley, nada fuera de la ley.

Terminó normalizando las guerrillas y los cárteles de la droga, que son en esencia grupos terroristas y criminales. El único diálogo permitido debería ser el de las armas. No es posible que tales grupos criminales sean parte del corazón del país, no son los hijos del país. Son delincuentes que en tiempos de mal gobierno se hacen más fuertes y hacen lo suyo. No es posible permitir que todos los que no están de acuerdo con algo tomen las armas para secuestrar, matar y aterrorizar a la población, y luego buscar conversaciones de paz que terminen con impunidad.

Colombia necesita mano dura para implementar y hacer cumplir la ley. No se puede permitir que los grupos armados ilegales hagan lo que quieran, anden por ahí como amos y propietarios de territorios e impongan reglas. No podemos ignorar el acto terrorista del 8 de noviembre, cuando un grupo terrorista dejó en las primeras horas de la mañana un camión cargado con 24 cañones explosivos en una zona residencial de la ciudad de Tunj, colocados de tal manera que podrían destruir todo el barrio. Las escenas recogidas por los medios son convincentes: fue un acto terrorista con total barbarie y falta de respeto por la vida.

Esta semana Kneset Israel, que es el equivalente institucional del Congreso en Colombia, debatió y aprobó un proyecto de ley promovido por el gobierno que impondría la pena de muerte a quienes cometan actos de terrorismo contra ciudadanos israelíes. Un proyecto de ley que contó con el apoyo incluso de los partidos políticos de oposición Israel Beitenu. Con esta ley, los jueces israelíes podrán imponer la pena de muerte a quienes maten a ciudadanos israelíes con fines terroristas. Esta medida es necesaria en Israel, un país hermoso y bendito que se preocupa por la protección de su pueblo. Un criminal que utiliza el terrorismo contra sus semejantes no tiene derecho a la vida, es una ley natural.

Colombia no puede ser una excepción, las autoridades deben actuar con mano firme y no dejar esta tarea a ciudadanos desesperados que implementan la “justicia callejera” a través de la mal llamada “paloterapia”. Es hora de abrir un debate sobre un proyecto de ley que modifique los conocidos acuerdos de paz, revise los indultos y amnistías y, cuando haya pruebas, revoquelos. Se reabren juicios a quienes se beneficiaron de estos indultos y olvidos para seguir delinquiendo. Asimismo, es necesario discutir la pena de muerte para los terroristas y, por cierto, la cadena perpetua para los delincuentes sexuales dentro de este paquete de medidas constitucionales-judiciales.

Por último, debería haber un retorno a un estatus de seguridad transitorio contra el terrorismo, de algún tipo Ley Patriota que proporciona herramientas ágiles a autoridades policiales, militares, fiscales y jueces para prevenir, investigar, procesar y condenar actos de terrorismo. No merece atención alguien que conduce a sabiendas un camión volquete cargado de explosivos para dejarlo en plena calle mientras los vecinos duermen. Los terroristas no merecen los derechos humanos que les quitan a los demás.

León Ferreira

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