Economía

USO pide fracking a pesar de Petro – En un click

USO pide fracking a pesar de Petro

 – En un click

Como espectadores, somos testigos de un episodio energético inesperado en Colombia basado en el divorcio político entre el gobierno de Peter y sindicato de trabajadores (USO), que marca un punto de inflexión en la historia política y energética reciente del país, y cómo el principal sindicato del sector petrolero -y uno de los bastiones históricos del progresismo obrero colombiano- acaba de enviar al gobierno un mensaje tan desagradable como contundente, respecto de la transición energética, que no puede basarse en la liquidación. ecopetrol ni de una ideología ecologista que confunda cambio con parálisis. La USO, que acompañó a Gustav Petar en su cruzada inicial por una economía descarbonizada, pide hoy al Estado preservar la producción petrolera, mantener el negocio petrolero fracking en la Cuenca Pérmica de Texas y evitar que las decisiones políticas destruyan la empresa más importante del país.

El contraste no podría ser mayor, porque mientras el presidente Petro predica en foros internacionales, como el reciente Cumbre CELAC-UE en Santa Martaque el mundo debe “deshacerse del petróleo y priorizar la vida sobre el capital”, la OSU advierte que el país no puede financiar su transición energética si apaga el motor que la sostiene, recordando que Ecopetrol es responsable de proporcionar al país más del 70% de todas sus ganancias a través de la explotación de hidrocarburos y que de ahí provienen los recursos que financian los programas de ciencias sociales, educación, reconstrucción de infraestructura, reconstrucción de infraestructura, promueve.

En la práctica, el Gobierno exige ecopetrol están practicando la eutanasia para salvar al mundo, pero el principal sindicato industrial de Colombia se ha pronunciado responsablemente en apoyo a la colosal petrolera, advirtiendo que la venta o el cierre del negocio fracking en la cuenca del Pérmico, en Estados Unidos, sería un enorme error estratégico, ya que la operación declarada en relación con Petróleo Occidental (OXY) es hoy uno de los más rentables del portafolio de Ecopetrol, con costos de producción que rondan los 12 dólares por barril, lo que indica que abandonar ese activo en nombre de un discurso ambiental abstracto no solo afectaría la rentabilidad de la empresa y el empleo de miles de trabajadores; También debilitaría la relación de cooperación energética con Estados Unidos, país que ha sido socio tecnológico y comercial de Colombia durante décadas.

El mensaje implícito de la OSU es político y pragmático en el sentido de que somos amigos de Estados Unidos en materia energética, lo que para nosotros tiene más sentido que estar a merced de grandes exportadores árabes o potencias no alineadas como Irán, a quienes Colombia tendría que comprar petróleo a precios elevados y en condiciones geopolíticamente desagradables. Lo que el Gobierno llama «protección de la vida» podría acabar convirtiéndose en una nueva forma de dependencia fósil más cara, más sucia, más servil y menos estratégica. Volvemos a advertir que si Colombia deja de producir su propio crudo y gas para importarlo, no habrá transición, no habrá soberanía energética y justicia aduanera, pero enfrentaremos la sustitución de la dependencia servil al dejar de depender del petróleo colombiano dependiendo de los combustibles fósiles extranjeros.

Aclaramos que el sindicato insiste en no defender fracking por convicciones ideológicas, pero defiende la estabilidad económica de la empresa que permitirá una transición justa en un contexto donde los proyectos de energía solar y eólica avanzan lentamente, donde la red eléctrica está estancada y donde el país aún no tiene industrias sustitutas a los ingresos fósiles; lo que implica que cerrar la producción sin incluir su reposición es suicida. Por tanto, la USO representa la racionalidad que ha perdido el Gobierno, ya que hoy es la conciencia de que el cambio debe ser paulatino, con un horizonte productivo, técnico y territorial; Por tanto, este sindicato es plenamente responsable de pasar de un aliado ideológico del Gobierno a un actor corporativo que defiende el empleo, las inversiones y la soberanía fiscal.

Por lo tanto, no se trata de un giro a la derecha, sino hacia la realidad, cuando los líderes regionales acusan pragmáticamente los efectos del estancamiento de la investigación y la caída de las inversiones, advirtiendo que un país sin producción de petróleo no será más verde, sino más pobre, y que una transición sin industria no es transición, sino subdesarrollo.

El principal problema es la política de Transición Energética Justa (TEJ) del gobierno de Petro Carece de estructura socioeconómica y territorial, es un discurso ambicioso, pero sin mecanismos reales de sustitución productiva, que intenta sustituir el petróleo por retórica y el gas por esperanza. Lo que debería ser un plan de diversificación industrial y científica se ha convertido en un sermón medioambiental que nadie sabe cómo financiar. Mientras tanto, los proyectos eólicos en La Guahira están paralizados por conflictos étnicos, las inversiones en fuentes solares se frenan por procedimientos regulatorios, las instituciones energéticas están fragmentadas entre ministerios, agencias y consultoras que hablan de transición sin entender la cadena productiva; todo ello sin una política coherente que combine aspectos técnicos, económicos, socioecológicos y regulatorios.

en conclusión, La USO es la voz del sentido común en medio del caos discursivo cuando defiende la fortaleza de Ecopetrol como pilar de una transición energética justa y realista. Si el Gobierno no corrige sus improvisaciones, corre el riesgo de perder no sólo el apoyo de sus aliados naturales, sino también una oportunidad histórica de construir un futuro energético sostenible y soberano.

Luis Fernando Ulloa

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