2025 ha sido un año perdido para la NASA. Ningún cohete ha explotado, ninguna nave espacial se ha estrellado, pero la inestabilidad política, la falta de liderazgo y las guerras presupuestarias han diezmado la moral y la capacidad operativa de la agencia espacial estadounidense. ¿Lo más absurdo de todo? El daño autoinfligido ha tenido el efecto opuesto al que buscaba el gobierno de Estados Unidos.
Nadie al volante. Todo comenzó el 20 de enero de 2025, cuando el administrador de la era Biden, Bill Nelson, renunció como director de la NASA. Janet Petro, directora del Centro Espacial Kennedy, asumió como administradora interina. En su mandato de seis meses se dedicó a cumplir las políticas divisivas de Trump, empezando por eliminar la oficina de Diversidad e Inclusión de la agencia espacial.
Donald Trump había nominado al joven multimillonario Jared Isaacman, que viajó dos veces al espacio con SpaceX, para el puesto de administrador permanente. Isaacman, que era visto como un aceleracionista empresarial, superó su audiencia de confirmación en abril de 2025. Todo parecía hecho.
Sin embargo, el 31 de mayo, poco antes de que Trump intercambiara insultos con Elon Musk, la Casa Blanca retiró abruptamente su nominación. La razón oficial, publicada por el propio Trump en Truth Social, fueron las «asociaciones previas» de Isaacman, en particular sus donaciones a candidatos demócratas.
La era Duffy. La NASA quedó a la deriva. El 9 de julio, Trump nombró administrador interino a su secretario de Transporte, Sean Duffy. Duffy, un ex congresista sin experiencia aeroespacial, mantuvo su puesto en el gabinete mientras dirigía la NASA y se dice que vino a maniobrar integrar la histórica agencia espacial bajo el Departamento de Transporte.
Pero el momento estelar de Sean Duffy se produjo el pasado 20 de octubre, cuando se marcó como objetivo regresar a la Luna mientras Donald Trump era presidente. Para poder llevar astronautas a la superficie lunar antes de que China lo haga por primera vez en 2030, Duffy reabrió el contrato HLS que la NASA había adjudicado a SpaceX. Otras empresas como Blue Origin y Lockheed Martin competirán con la Starship de SpaceX para transportar astronautas desde la órbita lunar a la superficie de la Luna en el primer alunizaje tripulado desde la era Apolo.
La vida da mil vueltas. En un giro que ilustra bien el año perdido de la NASA, y a pesar de los esfuerzos de Duffy por alardear ante su presidente, el 4 de noviembre Trump volvió a nombrar a Jared Isaacman como administrador. El momento coincide con una mejora en la relación de Elon Musk con Donald Trump, lo que sugiere que las donaciones a los demócratas no tuvieron tanto que ver con la carrera truncada de Isaacman como la disputa entre Elon y Trump.
Pero incluso cuando el vacío de poder de la NASA se acerca a su fin, la agencia enfrenta problemas aún peores. Los presupuestos de la Casa Blanca para 2026 incluían un recorte del 24,3% en la financiación general de la agencia espacial, incluido un recorte del 47% en el presupuesto científico.
Irónicamente, la falta de aprobación de los presupuestos también ha tenido un impacto catastrófico para la agencia: 15.000 empleados de la NASA (85% del personal) fueron suspendidos sin paga debido al «cierre» del gobierno. El cierre ha retrasado todo tipo de desarrollos, incluido el programa lunar y la misión de recuperación de muestras de Marte, en la que la NASA compite directamente con China.
Mientras tanto, China. Las idas y venidas de la NASA han permitido a la agencia espacial china cerrar la brecha. Después de convertirse en el primer país del mundo en traer muestras de la cara oculta de la Luna con la misión Chang’e-6, China está en camino de convertirse en la primera nación en traer muestras de Marte con la misión Tianwen-3.
La gran ironía es que, con el año perdido de la NASA, también empieza a ser muy factible que un astronauta chino ponga un pie en la Luna antes de que se produzca el próximo alunizaje estadounidense, algo que la Casa Blanca quiso evitar con sus recortes presupuestarios científicos y sus improvisados cambios de liderazgo. El «sorpasso» ya no es una predicción lejana. La inacción de Estados Unidos en 2025 ha ayudado a poner a China en esa trayectoria.
Imagen | Polaris, SpaceX
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