Economía

«Di mi vida por ti… Prometí que no te dejaría, pero mi vida se está desmoronando» – En un click

«Di mi vida por ti… Prometí que no te dejaría, pero mi vida se está desmoronando»

 – En un click

Estas palabras podrían revelar el dolor del amor, pero ¿y si el escenario no es romántico, sino el de un cuidador? Imaginemos por un momento un hijo, una madre o un esposa que viven día tras día el declive de un ser querido enfermo que experimenta dificultad o incapacidad para alimentarse, asearse o cuidarse a causa de una enfermedad degenerativa, y que al mismo tiempo experimenta frustración y dolor en su vida, que ahora está sujeta sólo a los cuidados.

La profundidad de este tema a menudo no se expone debido a la dificultad de una expresión abierta y a la falta de interlocutores que escuchen con simpatía lo incómodo o agotador que puede ser sumergirse en el acto de cuidar. De manera irresponsable hemos dado poder a las palabras que expresan tristeza o cansancio, al mismo tiempo que les damos el poder de crear una realidad estigmatizante de desamor, desinterés o debilidad, criticando abiertamente al cuidador y creando prevención. Entonces, una persona que dice que es un privilegio y un acto de amor poder cuidar a otro ser humano que ama, no logra expresar el lado doloroso de presenciar los desafíos por los que pasa su ser querido que lo entristecen, y también el dolor que proviene de los sacrificios muy personales que tuvo que hacer mientras era dueño del auto.

Tendemos a ignorar este lado de la historia, lo damos por sentado, lo negamos o actuamos con pereza y exigimos responsabilidad por encima de la empatía, olvidando que quienes sí se preocupan también quedan en una situación imposible para cuidar de sí mismos al 100% y perseguir sus objetivos de vida. dicho «Lo que estás haciendo es maravilloso, todo estará bien.“Solo confirma el compromiso y la determinación de estas personas y las motiva, pero también puede resultar muy devastador para ellas.

Es necesario hablar de los sacrificios y sacrificios que realizan los cuidadores cuando ofrecen gran parte de su vida al cuidado de otro. Y si bien actualmente llamamos a la expresión abierta de las emociones con la promesa de contención emocional, la verdad es que muchas veces no la hay. Y esto sucede porque realmente no estamos capacitados para escuchar y soportar el dolor de los demás aunque queramos.

Decimos descuidadamente “Cuando te importas, no debes esperar nada a cambio, porque es un acto de amor desinteresado.«, elevando el carácter noble del trabajo, pero derivando en exigir a los cuidadores que encarnen en todo momento un aspecto de fortaleza sin debilidad, en el concepto del cuidador superheroico hasta el punto de deshumanizarlo, sin espacio para sus propias necesidades, donde los costos de generación espontánea parecen pagarse. Pero muchas personas que dedican su vida a cuidar, sin ayuda económica, debemos ser recompensadas y recompensadas económicamente. Pasamos por alto todo el panorama de los cuidados en condiciones muy complejas o crónicas, como las tareas paralelas de proporcionar un techo. sobre la cabeza, o la culpa de descuidar a otros en casa, sin mencionar las tareas diarias y las mil y una tareas de navegar el sistema de salud.

Según la OMS (2024), más del 70% de quienes necesitan atención adecuada por trastornos mentales no la reciben (una de cada ocho personas en el mundo vive con un trastorno mental). ¿Se contarán los cuidadores en esta estadística? Porque muchas veces aunque el paciente quisiera, no podría recibir dicha atención.

Recientemente, el Tribunal Constitucional revisó la custodia de 2023 negada a la madre. Solicitó apoyo a su EPS para cuidar a su hijo, alegando dificultades económicas y físicas. En esta ocasión, las palabras del Tribunal abarcan el derecho a unos cuidados dignos, su relación indisoluble con el cuidador y su capacidad de “también ejercen sus derechos, incluido el acceso al trabajo, al descanso, a la salud y a la seguridad social«Además, señaló que la idoneidad de los cuidadores no sólo afecta directamente a sus propios derechos, sino que también es un pilar a la hora de garantizar el derecho a la salud del paciente, porque sin una evaluación integral del cuidador y de sus condiciones de vida para valorar su idoneidad, se perdería la posibilidad de garantizar una atención adecuada al paciente, porque este precedente es un tema clave para garantizar estos derechos, y es un precedente para garantizar la gestión. Esto nos concierne a todos».

Ninguna persona, ni nosotros mismos ni un familiar, estamos exentos de acabar en un estado de deterioro, infelicidad o complejidad incapacitante. Es por eso que el objetivo al abordar este tema debe ser la movilización de políticas sanitarias, acciones sociales, mejora de la atención integral a estas familias o redes de apoyo.

Además, es importante identificar que el concepto de cuidador puede referirse a un núcleo familiar que por ello enfrenta cambios drásticos en sus roles y dinámicas, que si bien tienen la suerte de contar unos con otros para compartir la tarea, también pueden terminar en disfunción, con hijos en crecimiento o familiares proclives a desarrollar afectos emocionales o desintegrados para responder al costo del cuidado o enfrentarse a una sola persona. al final reacciona por todos lados, tienen que renunciar a su educación, para poder ganar un salario que les permita lo básico para mantener su calidad de vida y bienestar.

Casi dos mil millones de personas en todo el mundo tienen trabajos no remunerados como cuidadores a tiempo completo, lo que según el Foro Económico Mundial representa el 9% del PIB mundial, según datos recopilados por la Organización Internacional del Trabajo.

Por lo tanto, no podemos seguir actuando reactivamente ante el deterioro o la falta de adherencia del paciente, culpando al cuidador y su falta de comprensión del cuidado, recurriendo a un reciclaje utilitario sólo para que pueda continuar con su trabajo. Hay que apostar por la prevención y garantizar que a través de ella no sólo el paciente tenga una atención óptima, sino que esa persona no acabe convirtiéndose en un paciente más.

Parte del problema es la suposición de que el cuidador es un ser todopoderoso y omnipresente que no está agobiado por esta carga porque el amor lo conquista todo, pero está claro que cuando hablamos de emociones difíciles estamos hablando de cómo encontrar la incomprensión, la indiferencia, la apatía, la crítica y la criticidad de otras personas puede ser un desafío aún mayor que el que ya hemos enfrentado nosotros mismos. Y esta es nuestra perezosa contribución a las enfermedades mentales. Disfrazarse frente a los demás es suprimir el dolor del alma para parecer en forma y enmascarar el sentimiento de soledad, tratando de controlar este discurso selectivamente compasivo que nos exige ser fuertes y nos impide analizar la totalidad del fenómeno y las implicaciones político-públicas y sociales, pero también la contribución individual a esta situación.

Si la expresión natural pero asertiva de las emociones es un desafío, también lo es saber escuchar y conectar con las enfermedades ajenas que pueden convertirse en nuestras en cualquier momento. La emocionalidad nos agobia, nos asusta y agota, nos debilita cuando no tenemos conciencia emocional, educación real en la gestión de las emociones y trato humanizado entre todos. La empatía puede ser una tendencia innata, pero requiere fortalecer los caminos para el desarrollo y si nosotros, como sociedad, no comenzamos a prepararnos adecuadamente para escuchar o seguir, ¿quién llevará nuestras cargas o apoyará nuestras redes de apoyo?

Lola Restrepo

Redacción
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