«Un gobierno constitucional configurado físicamente es un partido rebelde», dice Toni Negri, y como Negri es el autor en el que Petro basa su idea de reforma constitucional, entonces el gobierno constitucional sería Pacto Histórico.
Es una visión totalitaria, según Negri, “la nueva constitución no tiene más que el reconocimiento de la identidad como una singularidad dentro de lo común”, es decir, la creación de una dictadura constitucional, por lo que en la explicación presentada por el gobierno se refieren a un estado unido.
Esta propuesta no busca cambiar la constitución, sino el orden constitucional. Pero más allá de consideraciones jurídicas, el llamado es un hecho político que permite al gobierno superar la fase de movilización puntual, aislada, minoritaria y fallida y entrar en un ciclo de movilización continua con un objetivo estratégico.
Es la misma transmisión constante de presión sobre la sociedad, pero esta vez con un lenguaje político coherente. Por eso, la radicalidad de la propuesta tiende a crear un escenario de gente en contra de la ley. Según Negri, «el poder constituyente se presenta como una figura catastrófica».
Traducido al marco de la comunicación política, la «asamblea nacional constituyente» es una forma de cuestionar la legitimidad del gobierno. Si es necesario cambiar el orden constitucional es porque el poder fue ejercido sin legitimidad y es necesario crear uno nuevo, de modo que quienes buscan ser elegidos bajo el orden constitucional actual puedan ser forzados, atacados y expulsados de la comunidad política porque representan una aspiración ilegítima, de hecho, no representan a nadie.
Entonces la respuesta que surge Abelardo de la Espriella. responder al juicio constitucional con un juicio político es estratégicamente correcto, es decir decirle al líder del «partido insurgente» que es él quien gobierna sin legitimidad porque está fuera de la ley y el poder sólo puede regresar a la meta constitucional si el presidente es juzgado, la impunidad presidencial suspende el pacto social, el resultado del impeachment devuelve la legitimidad al pueblo y, independientemente del orden político, restablece la soberanía del pueblo. personas del citado juicio.
Vivimos en un estado de excepcionalidad permanente porque ha sido provocada la excesiva politización de la vida pública, que se desarrolla en un mosaico caótico de fetiches y símbolos históricos, en una realidad alternativa, identitaria, kitsch y reaccionaria. No se rige por la adhesión, sino por el odio, y ese odio se ha convertido en la gramática del lenguaje político.
El llamado al pueblo a constituir un nuevo orden social no es más que un intento de llevar a cabo el proceso de toma del poder a través de una campaña no contra el candidato, sino contra el sistema.
El hecho de que sea una intención no significa que se pueda llevar a cabo ni mucho menos que vaya a tener éxito, primero porque el pueblo al que quieren convocar no existe, estamos en una nueva organización social formada por ciudadanos, y los ciudadanos no son el pueblo, también porque no hay aspiración colectiva de crear un nuevo pacto social, ni un nuevo orden, por eso están haciendo herramientas electorales para que ya no sea un tema de lectura política de la elección, ya no haya una aspiración colectiva de crear un nuevo pacto social, ni en aras de un nuevo orden. controversias, sino para establecer las condiciones en las que se puede lograr un objetivo político y, por lo tanto, quienes promueven el gobierno constitucional como un gran juicio público del sistema serán en última instancia juzgados por el sistema.
No podemos olvidar la vieja premisa del common law: la ley pertenece al Estado, pero la justicia pertenece al pueblo.
Jaime Arango