

Las lluvias del lunes por la tarde y la noche no sólo provocaron truenos y ráfagas de viento en Barranquilla. En el barrio Carrizal, al sur de la ciudad, también trajeron miedo, destrucción y una escena que aún impacta a Gabriela Ojito Bastidas al recordar que El techo de su casa se desplomó sobre ella y sus dos nietos.
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Eran alrededor de las 7:00 pm cuando el aguacero azotó fuerte sobre la carrera 7 y calle 46. En medio del ruido de las gotas golpeando las sábanas, Gabriela se disponía a acostar a sus nietos, una niña de seis años y un bebé de apenas año y medio. Pero no pudieron dormir. La estructura de la casa, ya debilitada por el paso del tiempo y la humedad, cedió de repente.
Aunque se han activado planes de atención por estas lluvias, esta estrategia no siempre es suficiente Foto:Redes sociales
“Fue terrible. Estábamos a punto de acostarnos cuando sentimos lo que se avecinaba. Yo lo que hice fue acostarme en la cama con mis hijos para que no les cayera nada encima.«, recuerda Gabriela, con la voz aún quebrada por el shock. «Me cayeron las tejas encima, estoy toda magullada, pero con todo y eso, La niña fue quien resultó afectada porque una cinta le cayó en la cabeza.”.
El menor fue trasladado de urgencia al Clínica Murillodonde le diagnosticaron un hematoma. Posteriormente fue derivada a la Clínica Adelita de Char para que se le realizara una tomografía y descartar lesiones internas. EL TIEMPO conoció que afortunadamente su estado ya es estable y que la niña fue dada de alta, aunque permanece bajo estricta observación porque El golpe fue fuerte y el susto profundo.
Una noche bajo los escombros
La familia Ojito Bastidas pasó la noche entre los restos de su vivienda. Las paredes se agrietaron, el techo se derrumbó por completo y las pertenencias quedaron inutilizables. “Definitivamente nos quedamos sin nada. La cama, la televisión, el ventilador de la niña, todo quedó dañado.”, lamenta Gabriela, que actualmente se encuentra en paro.
El techo se derrumbó por completo y las pertenencias quedaron inservibles. Foto:Redes sociales
Desde entonces, han dormido en casas de otras personas que les han ofrecido refugio temporal. La Alcaldía de Barranquilla les entregó algunas láminas, cinco listones y cinco caballetes, pero no es suficiente. “Como la casa es bastante larga, eso no es suficiente para cubrirlo todo. Necesitamos más ayuda.”, explica.
Gabriela no pide lujos. Pregunta por lo básico: una colchoneta, un ventilador, alimentos no perecederos. “Si hay gente que tiene solidaridad y quiere ayudar, cualquier cosa ayuda. Puedes contactarme al número 3001944479”, dice noblemente.
El caso de esta familia no es aislado. Las lluvias de los últimos días han dejado múltiples afectaciones en distintos sectores de Barranquilla, evidenciando la fragilidad de muchas viviendas construidas con materiales precarios. El Oficina de Gestión de Riesgos ha reportado emergencias por inundaciones, caída de árboles y derrumbes estructurales en varias localidades.
Hogares vulnerables frente a lluvias implacables
El Santuario, Carrizal, Buenos Aires y muchos otros barrios de otras localidades de la ciudad son los más afectados por la falta de infraestructura adecuada. Muchas de sus casas fueron construidas con esfuerzo propio, sin asistencia técnica ni materiales resistentes a condiciones climáticas extremas. En temporadas de lluvias, como la actual, los riesgos se multiplican.
La estructura de la casa, debilitada por el paso del tiempo y la humedad, cedió repentinamente. Foto:Redes sociales
Si bien las autoridades han activado planes de atención, los tiempos de respuesta y cobertura no siempre cubren la magnitud de las necesidades. En este caso, La ayuda inicial ha sido insuficiente para que la familia pueda reconstruir su hogar.
Gabriela no busca protagonismo, en conversación con EL TIEMPO dijo que Quiere que su historia ayude a que otras familias no pasen por lo mismo.. «Gracias a Dios mis nietos están vivos. Eso es lo más importante. Pero necesitamos ayuda para empezar de nuevo», concluye.
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Mientras tanto, en la zona los vecinos siguen atentos al cielo. Cada nube oscura es una amenaza tortuosa para quienes saben que todavía son vulnerables. Además, Cada trueno es un recordatorio de lo frágil que puede ser un techo cuando la lluvia no cesa.
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