Economía

Tejiendo la paz desde los pueblos del mundo – En un click

Tejiendo la paz desde los pueblos del mundo

 – En un click

En un planeta asolado por las guerras, el empobrecimiento de miles de millones de personas, el odio y la exclusión, es alentador observar que los movimientos por paz y la vida no ha dejado de encontrar, reconocer y articular. La experiencia de la reunión Peace Connect, celebrada del 13 al 17 de octubre de 2025 en Nairobi, Kenia, que reunió a cientos de personas comprometidas con la paz de noventa países de los cinco continentes, muestra que la gente no consiente la violencia ni la dominación neocolonial por parte de quienes perpetúan la guerra como un negocio.

Esta reunión global de consolidación de la paz no hubiera sido posible sin la convocatoria, dedicación y compromiso de redes internacionales como Peace Direct, cuyo trabajo ha sido crucial para hacer de la presencia de muchas voces un éxito y una referencia global para quienes todavía creemos en la posibilidad de construir un mundo diferente y pacífico. Múltiples representantes de etnias, nacionalidades y poblaciones, con sus usos, tradiciones y costumbres, confirmaron su determinación de no desfallecer en sus esfuerzos por la paz local y mundial, a pesar de las penurias y atrocidades de las guerras.

Cada delegación llegó con su propio dolor y su propia memoria. En Sudán, la población civil sigue siendo la mayor víctima de los degradados y brutales conflictos entre facciones armadas. En Nepal, la sociedad avanza en medio de las tensiones posteriores al conflicto y los desafíos democráticos de un país que aún está sanando las heridas de su guerra interna. En Uganda, las comunidades que han sufrido desplazamientos y represión siguen levantando la bandera de los derechos humanos. En Haití, la fragilidad institucional y la interferencia extranjera perpetúan la crisis y la inseguridad de su pueblo.

En Palestina, la paz enfrenta el drama diario de la ocupación, los bombardeos y la negación de derechos básicos que afectan especialmente a niños y niñas. En Indonesia, marcada por la diversidad étnica y religiosa, la paz se construye en la defensa de la convivencia frente a las tensiones internas y la amenaza del fundamentalismo. En Siria, después de más de una década de guerra devastadora, millones de personas siguen esperando justicia, verdad y reconstrucción. En Kenia, país anfitrión de la reunión, las comunidades buscan la reconciliación después del conflicto politicos y étnicas, mientras las nuevas generaciones exigen igualdad y respeto.

Si bien cada contexto es único, lo que une a los constructores de paz es la creencia de que la paz es el resultado del respeto a la cultura, el reconocimiento y la inclusión de la diversidad, la superación de la pobreza, la igualdad de género, la justicia social, la diversidad étnica y cultural y una relación equilibrada con la naturaleza.

El mayor valor de Peace Connect radica en el hecho de que no fue diseñado por gobiernos u organizaciones multilaterales, sino por las calles, iniciativas, comunidades, organizaciones locales y resistencia local. La amplia y diversa participación muestra que existe una red global de voluntades que se niega a aceptar la normalización de la violencia. Eso es todo sociedad civil el que arriesga, el que acuesta a los muertos, el que protege a niños y niñas, el que siembra futuro en medio de la guerra. Estos movimientos nos recuerdan que los acuerdos formales sólo pueden sostenerse si existe una ciudadanía activa, vigilante y proactiva, capaz de ejercer presión para un cambio estructural en el corto, mediano y largo plazo.

La lección más poderosa de esta reunión es la urgencia de que los movimientos por la paz en cada región no permanezcan aislados y avancen hacia la coordinación y el reconocimiento de cada experiencia. Sudán, Nepal, Uganda, Colombia, Haití, Palestina, Indonesia, Siria, Kenia y Ucrania, entre otros países, son expresiones de luchas que comparten raíces comunes: guerra que desangra a las comunidades, pobreza que roba la dignidad y violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

La presencia de representantes de los cinco continentes reafirma que estas resistencias regionales deben ser coordinadas y fortalecidas en un gran movimiento global por la paz, capaz de erigirse como una alternativa ética y política al sistema internacional que normaliza la violencia y la exclusión. Un movimiento global de estas dimensiones no sólo elevaría las voces locales a los escenarios internacionales, sino que también permitiría la creación de una solidaridad efectiva, el intercambio de aprendizajes y la demanda de transformaciones estructurales más fuertes para que las personas puedan vivir en justicia, libertad y dignidad.

Hoy, más que nunca, necesitamos una ética de solidaridad global. No basta con clamar por la paz en un país mientras en otros prevalece la indiferencia. Personas de todos los continentes nos recuerdan que la paz es indivisible y que el dolor de uno nos concierne a todos. La paz en el mundo no será un regalo de los poderosos, será el resultado de la iniciativa ciudadana. Escuchar y articular las voces de estos movimientos no es un acto de solidaridad distante, es una urgencia vital para nuestras generaciones actuales y futuras. La humanidad sólo sobrevivirá si elige la cooperación, el diálogo, el respeto mutuo y una relación armoniosa con la naturaleza, en lugar de la violencia, la desigualdad, la imposición y el egoísmo.

Luis Emil Sanabria Durán

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