Economía

No para el área metropolitana del este – En un click

No para el área metropolitana del este

 – En un click

Este domingo 9 de noviembre el Oriente Antioqueño vota si le entrega al Área Metropolitana del Oriente (AMO) la llave de su futuro. No es una discusión técnica ni inocente: detrás está el esfuerzo del gobernador Andrés Julián Rendónquien impulsó a esta personalidad desde que fue alcalde de Rionegro para consolidar su fortaleza política y económica. Hoy, como gobernador, visita municipios con el lema «sí». Y no está solo: tiene reglas a su medida, como el umbral del 5% para la aprobación de áreas metropolitanas, aprobado por el Congreso y anunciado por su partido. Por eso les insto a votar NO: integración no puede significar sometimiento o toma de territorio.

Siete argumentos para votar NO:

1) Es un viejo proyecto de Rionegro con ropa nueva. Desde la Alcaldía de Rionegro (2016-2019), Rendón impulsó la idea de un área metropolitana que tuviera a Rionegro como municipio central; Hoy, como gobernador, reedita ese programa y lo copatrocina en eventos y recorridos por el Valle de San Nicolás. No es integración regional; Es centralización en torno al municipio y al liderazgo político.

2) Se baja el listón para dejar “ir cualquier cosa”. Las consultas se deciden con sólo el 5% del censo en cada municipio. Este umbral mínimo -que antes era más exigente- es el que hoy beneficia a los promotores y ha sido bandera para los congresistas. Centro Democráticoentre ellos Esteban Quintero, quien impulsó el Proyecto Legislativo 075 de 2018 para facilitar la conformación de la zona. No se equivoquen: bajar el umbral fue una medida para aprobar AMO a toda costa.

3) Autonomía municipal en riesgo real. La Ley 1625 de 2013 es muy clara: los acuerdos metropolitanos tienen mayor jerarquía que las leyes municipales en materia de área. ¿Traducción? En planificación, «hechos metropolitanos» y proyectos estratégicos, la pauta la marcará la Junta por encima del alcalde y el concejo. Es un cambio de gobierno –no una simple coordinación– lo que debilita la democracia local.

4) La chequera municipal financia otra burocracia más. El régimen metropolitano exige la definición de aportes permanentes de los municipios y permite instrumentos como la valorización o la plusvalía para obras «con influencia de la metrópoli». Con presupuestos ajustados, cada peso que migra a AMO es un peso menos para agua rural, caminos rurales, escuelas o salud barrial. Más entidades, más costos administrativos; Menos fuerza para los servicios de emergencia en cada municipio.

5) Beneficia a grupos económicos del centro, no a zonas rurales. El diseño concentra las decisiones en el eje urbano del Valle de San Nicolás –con Rionegro como ganador natural– mientras que los municipios más periféricos quedan subordinados a las prioridades de otros. El debate público ya ha señalado estas asimetrías. Y ojo: el este no es sólo una fuente; En varios municipios, la población y el suelo rural pesan mucho, no atendiéndose en los planes de exposición las necesidades de conectividad, acueductos rurales y vías terciarias.

6) Incertidumbre y disputas por cuestiones ambientales. El gobierno y CORNARE reiteran que la autoridad de protección ambiental permanecerá en CORNARE; Sin embargo, la propia Ley 1625 permite que las áreas asuman la responsabilidad del entorno urbano bajo ciertos escenarios, como ya está sucediendo en el Valle de Aburrá. Abrir esa puerta sin reglas firmes es jugar con terrenos baldíos, cuencas y acuíferos en una subregión hídrica clave. La prudencia medioambiental no es negociable.

7) Riesgo de ejecución hipotecaria y deuda sin contrapeso. Un área metropolitana puede contratar y endeudarse para macroproyectos, mientras que sus acciones se imponen por sí sola. Ud. Antioquía Ya hemos visto cómo las decisiones de las élites pueden desviar las prioridades públicas; La creación de otra gran ventana, con un tablero inclinado hacia la mayoría política y el lobby empresarial, es invitar a la captura del desarrollo. La justicia territorial requiere un control más fuerte, no menos.

Hay que promover la asociatividad territorial, pero debe ser con el foco en la igualdad, la participación y el agua como eje de la planificación. Existen herramientas de cooperación menos invasivas y reversibles: acuerdos interadministrativos, planificación provincial y esquemas asociativos que respeten la autonomía y permitan coordinar el transporte, los residuos o la seguridad hídrica sin entregar la brújula territorial a un comité supramunicipal. La propia Ley 1625 reconoce que el instrumento debe servir al desarrollo armónico y no sustituir a los municipios.

No es cierto que AMO mejorará la vida cotidiana de quienes se levantan temprano por los senderos para llegar al área urbana, de las familias que esperan el suministro de agua rural o de los agricultores que buscan caminos terciarios transitables. Ese no es el foco del proyecto. El foco está en el poder y el gran trabajo al servicio del mismo pueblo de siempre, con Rionegro como eje y los grupos económicos del centro como ganadores. El Oriente rural y disperso, nuevamente, queda para más adelante.

Este 9 de noviembre defendamos la autonomía municipal y el sentido común de Oriente. La integración no tiene por qué sacrificar la democracia local o los presupuestos hipotecarios en favor de una entidad diseñada para la recentralización. Votemos NO a AMO.

alejandro toro

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