


El presidente estadounidense anuncia un «nuevo amanecer en Oriente Medio» con un plan de paz apoyado por Qatar, Egipto y Türkiye. Sin embargo, sobre el terreno las tropas israelíes no se han retirado y Hamás sigue armado. La desconfianza entre los actores convierte el alto el fuego en un equilibrio peligroso.
Por: Editor Político Eje 21
Madrid, 14 de octubre de 2025. Donald Trump hizo historia a su manera: con una declaración indispensable, una escenografía monumental y mensajes que dividen al mundo. «La guerra ha terminado», declaró el presidente estadounidense el lunes 13 de octubre en Egipto, ante la sala llena de líderes internacionales. «Su plan de paz para Gaza», elaborado en Washington y apoyado por Qatar, Egipto y Türkiye, fue presentado como un acuerdo que pondría fin al conflicto sostenido y más explosivo del siglo XXI. Pero el interés de los republicanos es el contraste con la tierra: Gaza sigue destruida, Israel sólo tiene sus principales estaciones militares y Hamás no ha entregado sus armas.
El anuncio se produce después de muchas semanas de intensas conversaciones que culminaron con la cuestión de los veinte rehenes israelíes, una concesión de Hamás que Trump interpretó como «una prueba irreversible de que la paz ya ha comenzado». En Tel Aviv, las noticias son de tranquilidad común. En Gaza, por otra parte, la situación es incierta: miles de palestinos siguen huyendo y el Partido Islámico ha restablecido el control de varios barrios que las tropas israelíes han abandonado. En los últimos días, videos difundidos en las redes sociales mostraban ejecuciones públicas de presuntos delincuentes por parte de combatientes de Hamás, un cruel recordatorio de que la autoridad civil todavía está colapsando.
El programa estadounidense -dividido en tres fases- prevé, en su primer capítulo, detener la guerra, la liberación de rehenes y prisioneros y la entrada de ayuda humanitaria a gran escala. El siguiente nivel incluye el desarme progresivo de Hamás, la retirada organizada del ejército israelí y el establecimiento de una organización internacional temporal para gobernar la Franja de Gaza hasta que un nuevo gobierno palestino pueda asumir el poder. En su discurso, Trump aseguró que este modelo «garantiza estabilidad, prosperidad y libertad» para ambas partes.
Pero los desafíos son enormes. Los israelíes exigen el desarme total e inmediato de Hamás, pero el grupo islamista rechaza todo descenso sin realizar primero la retirada completa de los soldados israelíes y levantar la inhibición económica. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no participó en la Conferencia de Paz de Egipto y en declaraciones a los medios de comunicación advirtió sobre el terreno que «la ofensiva no ha terminado». En Israel, la comunidad está dividida entre las esperanzas de que los rehenes regresen y el temor de que Hamás utilice un alto el fuego para crearlo.
El futuro político de Gaza es otro del sistema nervioso. Washington propone que un proyecto internacional, bajo la supervisión de Naciones Unidas y con presencia árabe, asuma una gestión de enclave temporal. A largo plazo, el plan indica un papel renovado para la autoridad palestina, con la reforma institucional y la transformación del Estado palestino. Esa disposición, por otra parte, va por delante de las líneas rojas de Netanyahu y de la desconfianza hacia los votantes israelíes. Abdel Fattah al-Sisi, presidente de Egipto y emir en Qatar, ha exigido que la «solución de dos Estados» sea la única salida sostenible, pero la idea sigue siendo un anatema para los derechos israelíes.
A pesar de la disputa, la Cumbre Internacional de Sharm El-Sheikh, celebrada tras el anuncio de Trump, alcanzó un apoyo hasta entonces desconocido. Asistieron más de 30 jefes de Estado, entre ellos líderes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Bahréin, Francia, España, Italia, Alemania y Reino Unido, así como el secretario general de António Guterres y de la Liga Árabe, Ahmed ABOUT ABOU. Incluso el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, fue invitado como símbolo de cooperación internacional. Durante la sesión, Emmanuel Macron, presidente de Francia, propuso que Egipto y Francia coordinen una futura conferencia sobre el desarrollo de Gaza, donde la destrucción física y humana sigue siendo indispensable.
En medio de discursos diplomáticos, Trump aprovechó el escenario para confiar en su imagen de «pacificador global». Tras recibir la orden del Nilo, el presidente estadounidense declaró que «no será la tercera guerra mundial y no será en Oriente Medio». Junto a él, el presidente egipcio lo llamó «el único capaz de lograr la paz en la zona». Otros líderes también se lo prometieron: Shehbaz Sharif, primer ministro de Pakistán, quien recordó que su país lo había nominado al Premio Nobel de la Paz, premio como la opositora venezolana María Corina Machado, afirmó que «Trump ha salvado millones de vidas». Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, saludó «la voluntad política del líder estadounidense de forzar el conflicto».
Sin embargo, los expertos son mucho menos optimistas. «La versión de Trump es que la guerra ha terminado; Israel es que puede continuar mañana», señala Efraín Davidi, historiador de la Universidad de Tel Aviv. Según el académico, la principal debilidad del programa reside en su carácter unilateral: «Estados Unidos puede establecer un marco diplomático, pero no puede garantizar que las partes lo cumplan. Ya había contratos anteriores que estuvieron separados durante varias semanas». El experto recuerda que la confianza entre israelíes y palestinos está en su punto más bajo desde la aprobación de Oslo y que una restauración sin justicia sólo pospondrá la siguiente.
Mientras tanto, los residentes civiles intentan sobrevivir al auge político. En Israel, los rehenes fueron salvados con lágrimas y banderas en Gíslatorg Tel Aviv. En Gaza, miles de familias palestinas celebraron a los 1.900 prisioneros acordados como parte de la primera fase del alto el fuego. Entre las ruinas, los residentes esperan que las promesas de desarrollo no vuelvan a ser promesas vacías.
Trump declara el fin de la guerra, pero el mapa de paz aún es imperfecto. Gaza todavía está dividida entre la presencia del ejército israelí y la sombra de Hamás, mientras el mundo intenta evaluar hasta qué punto este acuerdo puede ser más que un titular. «El nuevo amanecer» del que habla el presidente estadounidense podría ser para algunos el comienzo de una paz duradera; Para otros, sólo hay pausas para la próxima tormenta.