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El Día de la Raza en Colombia y su transformación histórica – En un click

El Día de la Raza en Colombia y su transformación histórica

 – En un click

12 de octubre: Entre el mito y la memoria

Por: Eje 21 Editorial

Bogotá, 12 de octubre de 2025. El 12 de octubre es una fecha que, a más de cinco siglos de la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, aún brinda debates, reflexiones y renuncias. En Colombia, como en gran parte de América Latina, esta fecha ha pasado de un día de elevación de la “hispanicidad” a un día de memoria crítica, donde se confrontan las visiones de descubrimiento, conquista y aborto que condujeron a nuestra identidad.

Cada generación parece descubrir un nuevo significado del 12 de octubre. Lo que durante décadas llamó «día racial» fue introducido en 1914 por el entonces presidente Carlos E. Restrepois como un día de entendimiento para celebrar el aborto entre europeos, población indígena y africana. Hoy, sin embargo, el país vive esto entre el homenaje cultural, la reflexión histórica y la condena de las heridas coloniales que continúan.

El origen: una fecha nacida del hispanismo

El origen del «Día de la Raza» se remonta a principios del siglo XX, cuando los países latinoamericanos intentaron estrechar sus vínculos con España tras un largo proceso de independencia. Fue el escritor español Faustino Rodríguez San Pedro, quien propuso conmemorarlo en 1913 como «Día de la Raza», en referencia al «encuentro» entre Europa y América.

Colombia fue uno de los primeros países latinoamericanos en abrazar la idea. En 1914, el presidente Carlos E. Restrepo emitió la decisión que institucionalizó la fecha, lo que le dio un sentido de hermandad cultural con la llamada ‘patria’. Fue una época caracterizada por el orgullo del mestizaje y la elevación de la identidad hispanoamericana, que considera que el pasado colonial debe ser considerado como el punto de partida de una civilización común.

Durante gran parte del siglo XX, las escuelas colombianas enseñaron el 12 de octubre como el día del ‘Descubrimiento de América’. En los actos cívicos se elevó la figura de Colón como héroe universal y se produjo “la llegada de la civilización al nuevo mundo”. La narrativa dominante omitió los aspectos más dolorosos de la conquista: la violencia, la esclavitud y la destrucción de culturas enteras.

La otra cara del descubrimiento

Con el paso de las décadas, y especialmente desde mediados del siglo XX, la historia de otras voces comenzó a escribirse. Los movimientos indígenas y afrodes, junto con nuevas corrientes historiográficas, comenzaron a cuestionar el concepto de «descubrimiento». Estados Unidos, recuerden, ya existía. Aquí había pueblos, civilizaciones, lenguas y creencias que fueron sometidas violentamente en nombre de una fe y una corona extrañas.

El 12 de octubre, para muchos, dejó de ser el símbolo de una unión cultural y pasó a ser el recordatorio de una tragedia. Las comunidades indígenas lo rebautizan como ‘día de la resistencia’ o ‘día de la dignidad de los pueblos indígenas’. En 1992, con motivo del 500 aniversario del ‘encuentro de dos mundos’, la Movilización en América Latina dio un giro definitivo al significado de la conmemoración.

En Colombia, la Organización Nacional Indígena (Onic) ha promovido desde entonces la idea de que el 12 de octubre no debe celebrarse, sino conmemorarse. «No fuimos descubiertos», dice un comunicado de la época, «estuvimos aquí mucho antes de que zarpara Colón de Palos de la Frontera».

Una Tierra-Mestiza: raíces entretejidas

Además de las interpretaciones, invitamos el 12 de octubre a pensar quiénes somos como nación. Colombia es ante todo una tierra mestiza, construida sobre la mezcla -a veces armoniosa, a menudo violenta- de tres grandes raíces: la indígena, la africana y la europea.

En la costa, en la llanura, en la montaña y en la selva, el sincretismo cultural se expresa en rostros, ritmos, lenguas, gastronomía y creencias. Esta intersección de mundos iniciada en 1492 no sólo impuso la dominación, sino que también dio lugar a nuevas formas de vida, pensamiento y arte que hoy constituyen el alma latinoamericana.

El autor Germán Arciniegas dijo anteriormente que «América no fue descubierta: fue inventada por sus propios hijos mestizos». Y tenía razón. La historia de Colombia no sólo se puede contar desde la llegada de los conquistadores, sino de la capacidad de resistir la resistencia y adaptación de los pueblos que, a pesar de la opresión, han construido una identidad compartida.

Del Día de la Raza al Día de la Diversidad Étnica y Cultural

Con el cambio de los tiempos, el idioma también ha cambiado. En 2002, el gobierno colombiano cambió oficialmente el nombre de 845 el 12 de octubre como el “Día de la diversidad étnica y cultural del pueblo colombiano”. El nuevo nombre pretendía romper con el eurocentrismo del antiguo nombre y reconocer la multitud de personas que habitan el país.

La transformación semántica no fue sólo un cambio de palabras. Fue un intento de mirar el pasado de la inclusión y la igualdad. Desde entonces, la jornada se ideó como un espacio para celebrar y reflexionar sobre las múltiples expresiones culturales de Colombia sobre los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas y afrodescendientes en la defensa de sus derechos, sus territorios y su autonomía.

Muchas escuelas, universidades y medios de comunicación dedican hoy la fecha a actividades pedagógicas, exposiciones, foros y debates que promueven una mirada crítica sobre el proceso de colonización y el papel que cada cultura tuvo en la construcción del país.

Un debate aún abierto

Sin embargo, el debate sobre qué se recordará el 12 de octubre sigue abierto. Para algunos sectores, la fecha debe conservar su significado histórico como ‘encuentro de culturas’, mientras que para otros la aceptan como un día de memoria, recuperación y reconocimiento de las heridas coloniales.

En Colombia, esta discusión se entrelaza con los problemas actuales: el racismo estructural, la marginación de las comunidades afro e indígenas y la persistente desigualdad social. En esta fecha, en esta fecha, marchas y eventos simbólicos nos recuerdan que el proceso de descolonización no ha terminado y que la justicia histórica aún está pendiente.

El antropólogo y ensayista Manuel Zapata Olivella escribió que «la verdadera independencia de América no se alcanzará hasta que reconozcamos en el rostro de los demás la herencia de nuestros adictos y conquistadores». La frase resume el significado contemporáneo del 12 de octubre: un llamado a la reconciliación con la historia, pero también con nosotros mismos.

Fuera del aniversario

Hoy, más que un feriado, el 12 de octubre es una invitación a pensar. Piense en quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos como sociedad multicultural. Pensemos en la necesidad de proteger nuestras lenguas indígenas, nuestras tradiciones afro, nuestros conocimientos agrícolas. Pensemos en la deuda histórica con aquellos despojados de sus países y culturas.

El 12 de octubre, en pleno siglo XXI, ya no puede reducirse a la imagen romántica de tres carabelas cruzando el Atlántico. Es el día en que América -y especialmente Colombia- se mira en el espejo de su diversidad y reconoce que la mayor riqueza no está en la victoria de la sangre o de la nostalgia imperial, sino en la multitud de voces, colores y memorias que habitan su territorio.

EventualmenteEl Día de la Raza -hoy Día de la Diversidad Étnica y Cultural- no es una fecha para erradicar, sino para volver a interpretar. Nos recuerda que la historia no se celebra: se comprende, se debate y se resigna. Y en esa búsqueda, Colombia encuentra su verdadera identidad: una nación mestiza, plural y viva, que aún escribe su historia entre el pasado colonial y el futuro diverso que aún debe construirse.

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