
El debate regresa cada vez que el club se queda sin estratega, entre aquellos que solicitan un njero con «fútbol moderno» y aquellos que recuerdan que los procesos más exitosos de Green se han construido con entrenadores locales.
El debate sobre si los técnicos colombianos están desactualizados para liderarlo y dotarlo en el fútbol moderno no es nuevo, pero nuevamente ganar fuerza cada vez que el club se queda sin entrenador y las dudas de liderazgo entre apostar a un estratega local o ir a un njero. Para muchos analistas, existe una percepción extendida de que el entrenador colombiano se quedó atrás en tendencias tácticas, preparación física y uso de tecnología aplicada al juego. En un fútbol globalizado, donde las ideas circulan rápidamente y los equipos buscan intensidad, alta presión, flexibilidad posicional y construcción desde el fondo, ese sentimiento se hace más evidente.
Decir que los colombianos no sirven para imprimir un fútbol moderno en Nacional también ignora que el concepto de «modernidad» es relativo: para algunos significa velocidad e intensidad; Para otros, el uso de la cantera, el compromiso con la versatilidad o el uso del análisis de datos en la toma de decisiones. La verdad es que en el fútbol local todavía hay pocos cuerpos técnicos que integran completamente las herramientas de análisis de video, la métrica de rendimiento de tiempo real o los planes de periodización táctica sostenidos, elementos que ya son comunes en los clubes en Brasil, Argentina o Europa. Ahí es donde se origina la sensación de retraso, más vinculada a la falta de infraestructura, inversión y continuidad que a una supuesta discapacidad intelectual de los entrenadores nacionales.
La era más reciente y gloriosa de Nacional fue construida con técnicos que tenían una idea de juego moderna, como Santiago Escobar, Juan Carlos Osorio y Reinaldo Rueda. Entonces, en lugar de afirmar que los técnicos colombianos están desactualizados, lo que sucede es que muchos no han tenido el contexto o el apoyo para demostrar que pueden trabajar bajo los parámetros de modernidad del fútbol.
Por otro lado, dejando a Efraín Juárez, quien cumplió con los títulos y el buen fútbol, los casos más recientes de njeros en Nacional permanecieron solo en discursos modernos que no se traducían en la cancha. Además de Javier Gandolfi, el argentino Jorge Almirón, por ejemplo, llegó con credenciales de fútbol modernas después de llevar a Lanús a una final de la Copa Libertadores. Su idea era clara: alta presión, intensidad física y posesión dinámica. Sin embargo, en Nacional no pudo consolidar su estilo. Otro caso es el Paulo Autuori brasileño, con un registro envidiable y un discurso muy actualizado, pero que en dos etapas diferentes no pudo transformar al equipo en la versión moderna que prometió. Uruguayan Pablo Repetto también culminó con lo mismo; Y el español Juan Manuel Lillo, en su breve y controvertido pase, no pudo capturar sus enseñanzas de posesión táctica, construcción desde atrás y salida rápida.
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