




Desde las primeras horas del viernes 12 de septiembre, los alrededores de un sumidero en el área rural de Norte del Cauca Se transformaron en un campamento de dolor y esperan rescatar a ocho personas que completaron más de 85 horas bajo tierra. El barro y las piedras los tragan al comenzar un asentamiento de carrera para que sean seguros y salvados.
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Sitio de Derumbe alrededor del interruptor, donde ocho personas todavía están atrapadas, en Cauca. Foto:Redes sociales
Sin embargo, el recorte se llenará de agua, por lo que los organismos de alivio hacen esfuerzos titánicos para ingresar a las intestinos de esta área del municipio de Santander de Quilichao.
Allí, bajo más de 25 metros de la tierra, Los mineros yacen atrapados cuyos familiares esperan, con un corazón encogido, una noticia que aún no llega.
Las autoridades confirmaron sus identidades. Son Dayro Guerrero, Alejandro Larrahondo, Robert Balanta, Gabriel Balanta, Neftalí Tróchez, Carlos José Piña Valencia y Dairo Velasco Galarza, 19.
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Sitio de Derumbe alrededor del interruptor, donde ocho personas todavía están atrapadas, en Cauca. Foto:Archivo privado, redes sociales
El octavo es un adolescente de apenas 17 años, amigo de Dairo Velasco. Su juventud agrega drama al episodio y evidencia la cara más cruda de la minería ilegal en Cauca: jóvenes y adultos que buscan medios de vida a expensas de sus vidas.
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«Mantengo la esperanza de que Dios los tenga en un refugio, esperando que los ayuden», dijoEntre las lágrimas, Aura Lida Galarza, tía de uno de los jóvenes atrapados.
«Ayúdanos, el municipio, el alcalde, alguien que pueda colaborar porque con una sola máquina no podremos» Maria Helena Tróchez, pariente de Neftalí Tróchez implorada.
La comunidad que no abandona
Mientras que los rescatistas luchan contra la filtración del agua que amenaza con complicar aún más el trabajo, la comunidad sigue siendo firme. Las familias enteras han improvisado las cocinas comunitarias, transportando alimentos y utensilios para apoyar a aquellos que esperan día y noche al lado de la mina.
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El puesto de comando unificado instalado por la Oficina de Gestión de Riesgos de Cauca coordina la operación, con el apoyo de la Agencia Nacional de Minería (ANM), que envió un equipo especializado en rescate.
En las redes sociales, la entidad confirmó que es una excavación ilegal de oro, llevada a cabo sin permisos, y que el área representa un alto riesgo no solo para los trabajadores, sino también para los rescatadores.
La herida de minería ilegal
El colapso ocurrió en las primeras horas del 12 de septiembre, en el pueblo de Brasilia, convirtiendo las horas silenciosas en ruido, gritando. No es la primera vez que el norte de Cauca enfrenta tragedias para la minería ilegal. Cada desastre revive un dilema que parece no tener solución: la falta de control, la precariedad del trabajo y la ausencia de condiciones mínimas de seguridad en granjas informales.
Hoy, esa realidad se resume en la angustia de las familias de estas personas que no duermen, que gritan por respuestas y que esperan, al menos, poder despedirse con dignidad, aunque muchos aún conservan la esperanza de ver a los suyos vivos.
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La vigilia continúa
Por la noche, el silencio de la montaña se ve interrumpido solo por el ruido de las máquinas y el murmullo de las oraciones. Las horas duran, pero nadie se va. El aire está cargado de miedo y fe en partes iguales.
El drama de San Antonio no es solo la historia de un colapso. También es la historia de una gente que se resiste con sus mineros, desde una comunidad que se aferra a la esperanza y un país que, a pesar de estar acostumbrado a las tragedias, no deja de estremecerse cuando la tierra se traga la suya.
No te desmayes en la búsqueda
El recorte en el que se encuentran estos mineros es de una extracción artesanal.
La emergencia obligó al área a acordon, mientras que los familiares y los vecinos permanecen en los alrededores, esperando información sobre el destino de los trabajadores.
Michel Romolaux
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