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Adiós a los toros en Colombia – En un click

Adiós a los toros en Colombia

 – En un click
Crédito: Comité de Cine de Colombia.

Después: Político Draft Ace 21

Bogotá, 6 de septiembre de 2026. El jueves, el Tribunal Constitucional en Colombia A antes y después en la vida cultural del país ratificando las leyes que prohíben las batallas de ganado, celebrado, carne de res e incluso pollas. La decisión, que se toma por unanimidad, va mucho más allá del problema legal: es un shock directo para las tradiciones históricas, la economía de varias ciudades y cómo Colombia entiende la relación entre la cultura y la política.

Manizales es quizás el mejor ejemplo de esa colisión. La ciudad y la maquinaria económica razonable y orgullosa de cada enero, se encuentra principalmente alrededor del anillo de carne. Con la nueva ley, se han contado estas actividades. Esto no solo se ve obligado a revisar la programación de las partes más importantes del país, sino que también pone el impacto económico de la mesa para hoteles, restaurantes, bares, transporte y cientos de trabajos que dependen de estos eventos. La prohibición no se limita a los manizales: docenas de municipios que celebran masas similares con características de carne de res o cócteles deben reinventarse en tres años.

La sociedad, como de costumbre en Colombia, está dividida. Para muchos, es un largo ganador en defensa animal, un paso hacia una nación moderna y de acuerdo con el siglo XXI. Para otros, es una tradición para la tradición que a pesar de ser controvertido, parte del material cultural y económico estaba en todas las áreas. No es un debate menor: por un lado, los activistas que están orgullosos de la victoria política del movimiento animal y, por otro lado, defensores de niños de carne de res y gallos de gallos que ven en el ataque de decisión contra la autoimagen y la libertad cultural.

Lo que es obvio es que la agenda política del mundo ha cambiado. Un pozo animal, que era hace solo unas décadas, hoy toma un asiento central en el Parlamento, los tribunales y en las calles. El decreto constitucional refleja la transformación: Colombia agrega una corriente internacional que cuestiona las prácticas indebidas y que comprende la política no solo como una gestión de recursos, sino como un reflejo de los valores morales de la sociedad.

El tribunal dio un período de tres años para la desaparición completa de esta actividad alegando que el período de transición es necesario. El desafío es enorme: miles de personas viven desde este sector, desde agricultores hasta ventas de calles, pasan por organizadores de masas y artistas. La «restauración laboral y cultural» de la que habla la ley no será simple y requerirá políticas concretas, recursos y opciones reales. De lo contrario, existe el riesgo de que estas prácticas se oculten, con menos control y peligroso.

Por lo tanto, el fallo no solo cierra el nivel de la historia colombiana. Abre un profundo debate sobre hasta qué punto la política puede llegar a la transformación de la aduana, cuánto pesa la protección de los animales contra la tradición y cómo los derechos de las comunidades están en equilibrio con una nueva sensibilidad en todo el mundo. Lo que sucedió en el Tribunal Constitucional no es un capítulo aislado: es un reflejo de un país que se mueve entre la nostalgia por lo que desaparece y la demanda de adaptarse a un mundo que ya no piensa en la violencia animal como una exposición.

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