
Después: Político Draft Ace 21
Bogotá, 5 de septiembre de 2025. Lo que sucedió en Siloé Vereda, en Villagarzone (Putumayo), es una obra de incertidumbre que debería sacudir todo el país. Dos soldados nacionales fueron atacados por gasolina y fuego mientras cumplían un proyecto de contrabando de drogas. Los delincuentes hicieron hombres en el medio del compuesto. Hoy luchan por sus vidas en Bogotá. Y la pregunta que tenemos que hacernos es cruel: ¿cuánto tiempo vamos a soportar este horror como si no estuviera con nosotros?
Este no es un evento aislado, es un ataque directo a la democracia, contra los derechos institucionales y contra todos los colombianos. Si queman a los soldados que son representantes del estado vivos, ¿qué nos espera en mis piernas? Este acto no solo duele a dos hombres: duele el corazón de la nación.
Lo más vergonzoso es la indiferencia. Desde el poder central, se sostiene el silencio que es casi concienzudo, ya que este ataque abominable fue solo más noticia en medio de la violencia. No: Este es un crimen de villano, una desgracia insoportable que requiere dudas inmediatas, sólidas y sin duda.
Pero no es suficiente exigir al gobierno. Aquí también es responsabilidad de los ciudadanos. No podemos continuar girando nuestras caras, no podemos continuar actuando como lo que sucede en Putumayo no nos toca. Porque cuando el público es atacado, cuando nuestro ejército es humilde y sangrante, el mensaje es claro: el estado pierde la escena contra el contrabando de drogas y el crimen organizado. Y nos afecta a todos.
Los soldados quemados son hijos de Colombia, son parte de las familias que hoy lloran el salvajismo. Su sufrimiento debería ser nuestro. No podemos estandarizar que aquellos que usan el uniforme del país sean fuego. Clarar frente a esto es aceptar que las reglas violentas son decisivas y que la ley es reemplazada por el terrorismo.
Es hora de que los ciudadanos inspire que se requiere justicia y se requiere poder real. Debido a que la democracia no solo está protegida en los discursos: no está protegido para permitir que nuestros soldados traten como enemigos de aquellos que intentan proteger.
ViLagarzone debe ser una violación. Quemar a dos personas que llevan el uniforme nacional vivo es el crimen más vergonzoso y valiente que se puede hacer. Y si Colombia te hace sentir, nos habremos renunciado necesarios: nuestra dignidad como nación.