
En dos semanas, Dayro Moreno cumple 40 años. Y lo increíble es no hablar sobre el ex jugador que recuerda sus objetivos para YouTube, pero el atacante todavía está activo, aún activo, aún activo, todavía está activo.
Dayro no es el ídolo perfecto producido por el marketing. No, Dayro es diferente: él es el ídolo de la gente. El que recoge el amor de los niños que lo ven como un superhéroe con guayos, e inspiró a esos jugadores aficionados que vence en las canchas terrestres cada fin de semana, soñando con poner un gol como el suyo.
Porque Dayro representa lo que a muchos veteranos les gustaría vivir: ser carne y hueso, un jugador que, sin ser dotado, con una garra, talento y existencia, ha alcanzado lo que parecía imposible. Dayro logró ser un anotador histórico del fútbol colombiano … y al mismo tiempo aún ser el mismo Bacán que juega en el vecindario.
El juego en Carmen de Apicalá está pintando por completo: descanso, fútbol amateur, y había Dayro, sudando una camiseta, jugando como otra. La gente no podía creer: el hombre que vio en los estadios internacionales ahora fue abolido en la corte de la ciudad. Selfie, abrazos, sonrisas … no es una cara mala.
Esta humilde mezcla es lo que genera Dayromania. Dayro es una carne y sangre de ídolo para los niños que sueñan con ser jugadores de fútbol y adultos para que Sabbish cada semana «tomen cortes» con amigos. Lo ven posible: que el jugador de la ciudad haga historia.
Y lo mejor: actualmente, los puertos de 40 años, estos años están invitados a dos juegos más importantes de Colombia, que definirán si vamos o no a la próxima Copa Mundial o no. No es honrado, sin perdón: es una confianza en sí mismo que aún pueda ser protagonista en el equipo nacional.
Es por eso que está emocionado hoy, con 368 goles en el remolque, puede convertirse, que realiza un ataque de tricolina. Y lo más hermoso: sí en 40 sigue siendo la ilusión de todo el país.
Así que querido Dayro, gracias por recordarnos que el fútbol no necesita ídolos de mármol. Solo ídolos de carne y sangre … como tú
Ricardo Ferro