
Durante varios años, El papel de los árboles en una gran ciudad como Medellín es un tema de estudio en la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia. Este enfoque se ha vuelto vital dado el creciente reconocimiento del impacto ambiental que tiene la urbanización en la calidad del aire y la salud urbana.
Los investigadores de Alma Mérter han dedicado esfuerzos significativos a estudiar múltiples especies de árboles que se encuentran en la ciudad, haciendo hincapié en varios aspectos, incluyendo su distribución geográfica y en la comprensión de cuáles son el mayor impacto en la calidad del aire de la capital de Antioquia. Esta línea de investigación busca no solo entender la diversidad arbórea, sino también cómo estos organismos contribuyen a generar un ambiente urbano más saludable.
‘Los árboles pueden ser una especie de filtro’
En ese sentido, Mauricio Correa Ochoa, maestro e investigador en G-Lima, grupo de investigación adjunto a la Escuela Ambiental de la UDEA explicó que: «Los árboles pueden convertirse en una especie de filtro. Funcionan como estructuras naturales que logran capturar y eliminar del aire esos elementos y sustancias que están en suspensión, conocidos como contaminantes atmosféricos, los cuales pueden generar daños tanto a la salud como al ecosistema en su conjunto.»
Mauricio Andrés Correa Ochoa, profesor de investigación en la Universidad de Antioquia.
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Universidad de Antioquia.
El maestro Correa ha estado involucrado en diferentes investigaciones sobre la calidad del aire durante más de una década. Desde el año 2018, él dirige un proyecto que tiene como responsabilidad la recolección de datos sobre la contaminación del aire en las estaciones del sistema de alerta temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata). Este esfuerzo ha contribuido enormemente a nuestra comprensión de los niveles de contaminación local.
La investigación que dirige ha recibido el título de ‘Evaluación del índice de tolerancia a la contaminación del aire y el índice de rendimiento esperado de seis especies de árboles en un valle tropical urbano: Medellín, Colombia‘. Este estudio es significativo y su nombre refleja la calidad y profundidad de análisis realizado.
Como su propia designación indica, el estudio ha hecho referencia a un inventario arbóreo del área metropolitana del valle de Aburrá, que comprende aproximadamente 750 especies. Este inventario permite a los investigadores entender mejor las relaciones entre diferentes especies de árboles y su capacidad para afrontar la contaminación.
Se llevó a cabo un análisis exhaustivo de la particulares selecciones de especies, cruzando esta información con los niveles de contaminación que estaban registrados en las 22 estaciones de monitoreo de calidad del aire que existen en Medellín.
En este estudio, se optaron por cuatro de las 22 estaciones para representar las características y mediciones de contaminación evidenciadas en puntos específicos de la ciudad; las estaciones elegidas fueron el Museo Antioquia, la Universidad Nacional, el Politécnico Jaime Isaza.
Dentro de un radio de 500 metros alrededor de estos, los investigadores evaluaron 54 individuos de árboles adultos pertenecientes a seis especies comunes: mango, guayacán rosa, Búcaro, Gualenday, tulipán africano y Urapán.
Para llevar a cabo este estudio, los investigadores recolectaron hojas de cada una de estas especies arbóreas en los puntos de la ciudad cercanos a las estaciones de Siata. Una vez en laboratorio, estas hojas fueron analizadas para medir cuatro parámetros específicos: ácido ascórbico, contenido de humedad, pH y clorofila total.
Algunas de las muestras que los investigadores tomaron de las hojas de los árboles estudiados.
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Estos datos han sido cruciales para calcular tanto el índice de tolerancia a la contaminación del aire (APTI) como el índice de rendimiento temprano (API), que son herramientas matemáticas que ayudan a clasificar las especies como sensibles o tolerantes. Esto se puede observar, entre otras cosas, a través de la decoloración de las hojas, alteraciones en su forma o la aparición de plagas.
Los resultados del estudio
Con respecto a los resultados, el maestro Correa explicó que: «Algunos árboles son sensibles, lo que significa que se enfermarán y manifestarán ese deterioro a través de sus hojas. Así comenzamos a distinguir y clasificar las especies resistentes que podrían ser sembradas o ser aquellas que necesitamos para ayudar a purificar el aire.» Este aspecto es vital para el diseño de espacios urbanizados.
Es importante subrayar que la información sobre la recolección de muestras estaba sujeta a horarios fijos y días específicos, lo cual fue determinado por el costo de la investigación y las distancias que se debían recorrer. En este contexto, algunos datos sobre el nivel de clorofila se midieron directamente en el lugar.
Este estudio permitió establecer de forma preliminar que las especies analizadas, además de generar oxígeno y embellecer el entorno, tienen la capacidad de convertir el dióxido de carbono presente en la atmósfera en biomasa, lo que resulta en un proceso de descontaminación, especialmente relevante en áreas urbanas donde la acumulación de partículas nocivas plantea una amenaza constante y silenciosa.
El mango (Mangifera indica, por su designación científica), que es una de las especies más comunes y valoradas por los habitantes de Medellín, se destacó entre las especies analizadas como uno de los árboles más resistentes a la contaminación.
El mango es una especie introducida en Medellín.
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Como mencionó Mauricio Correa: «El mango presenta parámetros constantes, independientemente de si el aire está altamente contaminado o es más puro. Se comporta bien y se clasifica entre las especies más resistentes que hemos encontrado a lo largo de este proceso.» Esto demuestra no solo la versatilidad de la especie, sino también su relevancia ecológica.
Además, Correa destacó que, a pesar de que el mango es una especie introducida, ha mostrado una serie de beneficios significativos para la población, incluyendo su sombra, la capacidad de regular la temperatura, su fructificación agradable y, por supuesto, su resistencia a los altos niveles de contaminación que enfrenta Medellín.
En cuanto a las otras especies analizadas, el guayacán rosa mostró ser la especie más sensible, evidenciando deterioro fisiológico en áreas con una elevada carga de contaminantes y bajo rendimiento. Por otro lado, el Búcaro y el Gualanday también fueron clasificados como especies de alta sensibilidad, lo que implica que pueden ser empleadas como bioindicadores en áreas estratégicas.
Finalmente, el tulipán africano y el Urapán fueron categorizados con un nivel intermedio, lo que significa que ambos son relevantes en la planificación mixta en áreas urbanas.
Una de las propuestas formuladas por los investigadores de la Universidad de Antioquia fue: «las decisiones relativas a la arborización no deben basarse únicamente en criterios ornamentales, sino también en consideraciones ecológicas, lo que requiere de una estrategia mixta que integre tanto árboles tolerantes que ayuden a combatir los niveles de contaminación como especies sensibles que actúen como indicadores permanentes del deterioro ambiental.»
Nicolás Tamayo Escalante
Periodista de la nación, en Medellín.
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