
Yuri Ivanovich Borísov, ex viceministro de defensa de Rusia y actualmente al frente de Roscosmos, la Agencia Espacial Rusa, realizó un anuncio significativo en marzo de 2024: China y Rusia, gobernada por Vladimir Putin, están en la fase de planificación para instalar un reactor nuclear en la superficie de la luna. La experiencia acumulada por Rusia en el desarrollo y la implementación de infraestructura nuclear es ampliamente reconocida y destaca su capacidad en este campo. Por otro lado, aunque China ha ingresado a esta industria más recientemente, ya posee los recursos científicos y la tecnología necesarias para llevar a cabo este ambicioso proyecto.
El plan más ambicioso entre estos dos países es establecer la Estación Internacional de Investigación Lunar, conocida por sus siglas en inglés como ILRS. Esta estación será operada de forma conjunta por Rusia y China y requiere una fuente de energía confiable para garantizar su funcionamiento continuo. Es aquí donde ambas naciones están enfocadas, contemplando la construcción de una pequeña planta de energía nuclear que se ubicará en la superficie lunar, la cual será crucial para el éxito del ILRS.
La pistola inicial llegará en 2028
Pei Zhaoyu, ingeniero jefe de la misión Chang’e-8, confirmó recientemente la importancia de la colaboración con Rusia en este proyecto. Él comenta que «un tema crucial para el ILRS es el suministro de energía. En este ámbito, Rusia posee una ventaja natural, ya que su experiencia en instalaciones nucleares, especialmente las diseñadas para operaciones espaciales, supera incluso a la de Estados Unidos». La misión Chang’e-8 representará el inicio real y tangible de este ambicioso programa lunar.
La Estación Internacional de Investigación Lunar se espera que esté habitada de manera permanente a partir de 2030
La misión de China está programada para ser lanzada en 2028 con un objetivo dual: preparar la base lunar que estará ocupada permanentemente desde 2030 y explorar las posibilidades de construcción del reactor nuclear, que será la principal fuente de energía para la estación. Como se ha mencionado anteriormente, se proyecta que ambas instalaciones deben estar terminadas en 2035. A pesar de que el gobierno chino aún no ha hecho un anuncio oficial sobre este ambicioso proyecto, las declaraciones de Pei Zhaoyu son una clara indicación de que la colaboración entre Rusia y China ya se ha puesto en marcha.
En este contexto, los científicos nucleares de China, bajo el liderazgo de Xi Jinping, ya han elaborado un diseño preliminar para su reactor nuclear que presenta características innovadoras. Este diseño se ha inspirado tanto en las tecnologías desarrolladas por la NASA como en el reactor nuclear soviético Topaz-II. La propuesta incluye el uso de barras de combustible de dióxido de uranio en configuración de anillo, un sistema de enfriamiento doble que utilizará metal líquido (NAK-78), el cual podría mantener el núcleo del reactor por debajo de 600 ºC. Además, se contempla el uso de un moderador de neutrones de hidruro de ititrio, que según los ingenieros chinos, es más eficiente que los moderadores de hidruro de circonio tradicionales.
Por su parte, Estados Unidos no se queda atrás y está planeando su regreso a la luna a través del programa Artemis de la NASA. El objetivo es enviar a dos astronautas a la superficie lunar en 2027 y desde ese hito comenzar la construcción de una base lunar sostenible. Esta instalación estará equipada con paneles solares, pero se reconoce que la energía fotovoltaica no es suficiente para garantizar un suministro constante, ya que en la luna la noche puede durar entre catorce y quince días terrestres. Por ello, Estados Unidos también está trabajando en un reactor nuclear conocido como Potencia de superficie de fisión (FSP), que tendrá la capacidad de proporcionar 40 kW de energía.
Imagen | Administración del Espacio Nacional de China
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