
La semana pasada caminé por las calles de Bucaramange para escuchar a los ciudadanos. Dicen que si bien la ciudad es peor, hay quienes están en el escenario para aplaudir. Esta semana, Bucaramanga será una exposición de una concentración política que promete cumplir lugares y micrófonos, mientras que en las esquinas continúan disparando a balas. Marzo de que las llamadas del gobierno nacional llegan a una ciudad que ha estado escuchando grietas desde Sicariato durante meses y vea cómo la violencia crece a medida que prometía las malas hierbas en las paredes.
En medio de este ruido, el alcalde de Jaime Andrés Beltrán dice que la Guardia de Orden Público: advierte que no permitirán provocaciones, como si la única amenaza sea abolida. Pero las balas que cruzan todo el vecindario, los techos separaron las tormentas y las familias lanzadas al aire libre merecen más que un discurso fotográfico. Bucaramanga no necesita un guardia cuadrado, necesita un líder que no sacudiera la voz para enfrentar a los que sembren el miedo.
Es curioso, mientras que hay cabezas de asesinatos, feminicidas, extortiones, las encuestas tomadas por Beltrán aparecen como presidente con porcelana favorable y sin grietas. ¿De dónde vienen estos números cuando la realidad de la calle niega en cada FUenl y cada trabajo que paga ‘vacuna’ para sobrevivir?
No es un secreto para nadie que el alcalde cargó la demanda de perder inversiones que lo persiguen como un fantasma en los pasillos del tribunal superior. Y como si supiera que su silla prevalecía, las distracciones estaban extintas: acepta la narración de la orden de cubrir la omisión de las personas. Mientras tanto, estos ciudadanos dijeron en las calles pagadas por bodegas e influencias para mentir su imagen e inventar brechas con me gusta y títulos prefabricados. Redirige la atención mientras la ciudad continúa escribiendo el obituario.
Bucaramanga merece algo diferente: el gobierno que deja de bailar entre encuestas, bodegas y cuadrados completos para la cara, frente y con los resultados, raíz de esta violencia. La gerencia no va bien en la etapa fotográfica o sostiene una encuesta de datos que nadie ve en la calle. La gerencia es garantizar que el comerciante pueda abrir su panadería sin temor a Hitman; Esa madre no debería escapar de su vecindario porque las balas llegaron primero del estado.
Hoy como representante de la casa para Santander, digo que está claro nuevamente: la seguridad no puede ser un espectáculo. No es una prohibición de las provocaciones políticas, mientras que se tolera una provocación criminal que revoca la tranquilidad. Bucaramanga está cansado de las promesas de cartón. Que nadie tiene razón: esta ciudad merece un gobierno que no impone soluciones a medida que se esconden de la justicia.
Erika Sánchez
Representante doméstico para Santander