Cumple 54 años en Colombia mujer Es mirar la vida con la serenidad de quien ha caminado entre la incertidumbre y la fe, entre la violencia y la ternura, entre la ira y la esperanza. No es una edad cualquiera: es el punto en el que se entiende que el cuerpo conserva la memoria, y la tierra también. Es el momento en el que el tiempo deja de ser el enemigo y se convierte en testigo del cambio que impulsamos, incluso cuando parecía imposible.
Cumplir 54 años en este país significó aprender a resistir, sanar y confiar nuevamente. Hemos visto generaciones enteras de mujeres que, desde lo íntimo y lo colectivo, mantuvieron su vida en medio de la guerra, el miedo y el olvido. Pero también vimos cómo, paso a paso, la historia nos dio la razón: la verdadera transformación comienza cuando las mujeres participan, opinan y deciden.
Hoy ser mujer en Colombia significa ser protagonista de una nueva etapa. Se puede ver cómo derechos que durante años parecían inalcanzables empiezan a tomar forma en políticas públicas, programas de igualdad y liderazgos con rostro femenino. Se entiende que el cambio que vive el país no es sólo político, sino cultural, ético y espiritual. Y que cada avance -por pequeño que parezca- es resultado del trabajo de miles de mujeres que no se dieron por vencidas.
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A mis 54 años, recuerdo este momento histórico con esperanza. Creo en un país que se atreve a cambiar sus estructuras, a hablar de paz sin miedo, a mirar con dignidad a las regiones y a reconocer la deuda histórica con las mujeres, los pueblos y los territorios. Creo en un gobierno que ponga la vida en el centro, que hable de justicia social y que promueva una economía para el pueblo, no para unos pocos.
Porque el cambio no es instantáneo: es un proceso que requiere continuidad, coherencia y voluntad política. Por eso, defender la continuidad del Gobierno del Cambio no es un acto de conveniencia, sino de amor a la patria. Cree que la esperanza no se determina, se construye cada día con decisiones valientes, con la participación de la ciudadanía y con la certeza de que una Colombia diferente es posible.
Cumplir 54 años en este contexto confirma mi compromiso con la vida, las mujeres y el cambio. Saber que el país más justo, más humano, más igualitario con el que soñamos está en camino y que vale la pena seguir apostando por él.
Porque cuando una mujer llega a esta edad y se alegra con la esperanza, no sólo está celebrando su historia personal: está celebrando la madurez de una nación que empieza a creer en sí misma.
Hoy, a mis 54 años, decido seguir creyendo en los cambios, en la vida y el futuro de Colombia.
Porque la esperanza, cuando nace de la mujer, es invencible.
Marcela Clavijo