

Kelly Johana De Arco tuvo medida de protección. Había denunciado a su agresor. Aun así, fue asesinada a quemarropa por su expareja en el conjunto residencial Metrocentro, en Barranquilla, la madrugada del 6 de octubre en el barrio Ciudadela 20 de Julio. Siete disparos la convirtieron en la 43ª mujer asesinada en el Atlántico en lo que va de 2025. Su caso, el undécimo clasificado como feminicidio este año, volvió a hacer saltar las alarmas sobre un sistema que no protege a las víctimas ni castiga severamente a los agresores.
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La Secretaría de la Mujer del Atlántico confirmó que Kelly contaba con medida de protección activa. Su agresor, con antecedentes penales, se entregó tras el crimen. La secretaria María Lourdes Dávila lamentó el hecho y reconoció que “Este feminicidio se podría haber evitado”. El funcionario señaló los cuellos de botella en las rutas de atención y cuestionó el funcionamiento de los mecanismos de protección. “Nos damos cuenta de cómo este agresor, que incluso se entregó, ya tenía antecedentes penales. Lo importante es seguir identificando cuáles son estos cuellos de botella”, afirmó.
Desde Red de Mujeres del AtlánticoRuth Pareja tuvo que exigir que el caso sea judicializado como feminicidio y no como tenencia ilegal de armas, como se trató inicialmente al no ser sorprendida en flagrante delito. «Si eso es una realidad, entonces apaga la luz y vámonos».dijo en una entrevista con Estación de Radio Atlántico. También denunció que días antes del asesinato, el atacante había destruido el departamento donde Kelly vivía con su hija, en claro «bandera roja» que no fue atendido por las autoridades.
La mujer había sido atacada por el sujeto previo a su asesinato. Foto:Redes sociales
Son más que un número, son vidas que están rotas.
La historia de Kelly no es aislada. En septiembre, el Atlántico fue escenario de una escalada de violencia de género que dejó múltiples víctimas en apenas semanas. El 28 de septiembre Yolanda Estefany Arias Santos fue encontrada sin vida en su cama, con signos de asfixia. Su pareja sentimental se dio a la fuga y fue capturada horas después en Salgardonde intentó saltar al mar. El 10 de septiembre Johanna Alexandra Bacca Echeverría cayó desde el cuarto piso de un edificio en Soledad. Tu pareja, con historia de violencia domésticaLo señaló la familia. La Fiscalía investiga el caso como una tentativa de feminicidio.
Seis días después, Sherlyn Camila Monroy Turizo fue atacada con 12 puñaladas por su expareja en la colonia San Isidro. El agresor, alias “Goyo”, se encuentra prófugo. Sherlyn había denunciado acoso y violencia. Su padre fue quien la ayudó. “Ver a tu hija atropellada, con esas heridas abiertas, es una imagen que nunca se va”dicho. Ese mismo día, Mercedes Zambrano Gutiérrez, de 82 años, murió tras recibir dos impactos de bala en un tiroteo entre motociclistas vinculados al microtráfico. Estaba sentada en la terraza de su casa.
El 17 de septiembre fue asesinada Rosaura Esther Pacheco Villafañe en el parque Las Mariposas, en Sabanalarga. Había denunciado a su pareja por violencia familiar y privación ilegal de la libertad. El crimen ocurrió en presencia de otra mujer. La Policía investiga si tiene relación con el asesinato anterior de su pareja.
Nalfi Esther Blanco Olmos era maestra de Sabanalarga. Foto:Redes sociales
Estos casos, aunque diferentes en sus circunstancias, comparten un hilo conductor entre la violencia de género que persiste, y en muchos casos, se repite.. Las rutas de atención, los protocolos judiciales y las medidas de protección no siempre evitan que los agresores reincidan. o que las víctimas estén expuestas.
Pero que lo diga el caso de Jorge Leonardo Piña Rodríguez. El 30 de septiembre de este año fue puesto en libertad por vencimiento de sus mandatos. Estaba siendo procesado por el feminicidio de Nalfi Esther Blanco Olmos, ocurrido en 2022. La audiencia se realizó sin la presencia de la Fiscalía General ni de la Persona, y la Fiscalía no apeló. La Comisión Nacional de Disciplina Judicial, sin embargo, sí abrió una investigación sobre posibles irregularidades. La familia de Nalfi, que llevaba tres años esperando justicia, quedó en el limbo.
Insistencia de las organizaciones
La diputada Alejandra Moreno solicitó a la Fiscalía Regional un informe detallado sobre las acciones realizadas en los últimos tres años. “Necesitamos saber qué se ha hecho, qué ha fallado y cómo podemos corregirlo”expresó. Ruth Pareja pidió al Gobierno Nacional abrir mesas de diálogo con los líderes regionales, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Igualdad. “Las rutas de atención están fragmentadas y las víctimas siguen siendo vulnerables a sus agresores”, afirmó.
Según cifras de organizaciones sociales, en lo que va del año se han registrado al menos 35 posibles feminicidios en el Atlántico. En 2024 se presentaron más de 1.500 denuncias por violencia domésticay actualmente hay más de 500 mujeres con medidas de protección activas. Y esos son sólo los que denuncian; porque hay un número que despreciamos solo porque se esconde en el flagelo del silencio.
A nivel nacional el panorama no es menos preocupante. En 2024 se registraron 872 feminicidios y 648 intentos. Entre enero y mayo de 2025, la Defensoría del Pueblo reportó 352 feminicidios, 217 tentativas y 29 transfemicidios. El Atlántico fue el segundo departamento con más casos en 2024. En lo que va de 2025, 43 mujeres ya han sido asesinadas por motivos de género.
Johana fue objeto de agresiones que aún se investigan como intento de feminicidio. Foto:suministrado
La Fiscal General de la Nación, Margarita Cabello Blanco, convocó el 17 de julio a la cuarta mesa redonda para monitorear la situación de violencia contra las mujeres en Barranquilla y Atlántico. “Es un llamado urgente desde la corresponsabilidad que el Estado, la sociedad y las familias tienen como mandato constitucional”dicho.
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Pero los llamados no son suficientes. Los números crecen, los casos se repiten y los agresores reinciden. La justicia flaquea y las víctimas siguen cayendo. En el Atlántico, la violencia de género ya no es sólo una tragedia individualEs una evidente falla estructural que se perpetúa en cada omisión, en cada medida que no se cumple y en cada agresor que vuelve a atacar.
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