


Después: Político Draft Ace 21
Bogotá, 20 de julio de 2025. En 2026, Colombia enfrentará un momento decisivo en su reciente historia. Más allá de la elección del presidente, parlamentarios o concejales locales, lo que estará en juego es algo mucho más profundo: la legitimidad de nuestras instituciones, la confianza en la democracia y el valor real de la constitución de 1991 como un pacto social que nos une a todos.
En la era de la polarización, las elecciones de no información y crisis institucional, las elecciones transparentes y netas no son solo procedimientos. Son la base de la Cámara de República. Si les permitimos poder, por fraude, tratamiento, clientes o indiferencia, abriríamos la puerta a un modelo de origen, donde las reglas ya no definen la ley, pero queremos pocas.
La democracia no se protege a sí misma
Una de las maravillosas lecciones que la historia de América Latina se va es que la democracia puede desaparecer sin un solo tiro. A veces es suficiente capturar las instituciones, callar a los oponentes, comprar jueces, distorsionar la verdad o hacer elecciones. Y cuando los ciudadanos se dan cuenta, es demasiado tarde.
Por lo tanto, la elección de 2026 debe ser más que el nombramiento de encuestas de opinión. Deben convertirse en una defensa común. Cada ciudadano debe comprender que sus votos no solo definen un gobierno, sino que justifica un modelo nacional. Elegir cuidadosamente implica informar, elegir libremente, rechazar la compra de votos, condenar irregularidades, exigir transparencia y, sobre todo, creer en el poder del voto como un cambio de acción.
Alarma
Hay razones legítimas para estar despierto. En los últimos años, hemos visto preocupaciones sobre cómo se ha tratado de debilitar el sistema administrativo, prensa las instituciones electorales, discutir los criterios y atacar fuertemente a los que condenan o preguntan. Hemos sido testigos de campañas caracterizadas por información incorrecta, uso abusivo de recursos públicos y creciente poder para el contrabando de drogas y otras mafias en los procesos electorales locales.
Esto se agrega a los riesgos digitales: una red social llena de noticias falsas, un robot que distorsiona el debate general, una plataforma como parte de la información para trabajar con emociones. En este escenario, el riesgo de elecciones usadas no es una locura paranoica, es una posibilidad real si no estamos despiertos.
Elecciones con garantías, no con trampas
Para que las elecciones de 2026 sean realmente gratuitas, es importante que las garantías estatales de igualdad y transparencia. Incluye:
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Registro de confianza imparcial y técnica No es elegido por intereses políticos o económicos.
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Sistema de verificación confiable y contable Permite verificar cada nivel del proceso, desde el registro de un mapa hasta la unificación de los resultados.
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Reguladores independientes e interinos como el Ministro de Justicia, la Oficina del Fiscal, el Consejo Electoral y la Oficina del Defensor del Pueblo, y trabajan activamente, no con la falta de responsabilidad.
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Medios y periodismo gratuito Que informan estrictamente, investigan en detalle y se vuelven inmundos.
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Examen internacional y monitoreo extenso de ciudadanosEntonces, cada irregularidad tiene consecuencias y no se presenta como un rumor diferente.
Compromiso ciudadano
No podemos entender la democracia en manos de pocos. Las elecciones de 2026 necesitan ciudadanía activa, consciente y exigente. Cada uno de nosotros debe convertirse en el protector de la votación, la defensa de las reglas, en el fiscal sobre el proceso.
La compra de votos no es solo un delito: es un fraude para el país. Elegir miedo o odio no es usar correctamente: renuncia a una razón. Dejar que otros decidan por uno es dar la voz. Por lo tanto, la verdadera lucha no es solo en las encuestas de opinión, sino en la mente y el corazón de cada ciudadano que se niega a ser aplicados.
El valor de la Constitución 91
En medio de la incertidumbre, la constitución de 1991 sigue siendo nuestro faro. A pesar de ser imperfecto, es un tratado democrático que consagra los derechos, las obligaciones, la separación del poder y la participación de los ciudadanos. Es la garantía de que en Colombia el poder no es absoluto, sino limitado por la ley.
Aquellos que intentan debilitarlo, ridiculizarlo o reescribirlo lo harán para no mejorarlo, sino para recolectar más poder. Defender la constitución es, hoy, más que nunca, defender la libertad, la justicia, la diversidad, la democracia. Nos está protegiendo de aquellos que quieren hacer una verdad, una voz, de una manera.
La democracia también es elegida
No hay democracia sin elecciones libres. Pero tampoco hay elecciones libres sin ciudadanos valientes, instituciones fuertes y un compromiso conjunto con la legitimidad. 2026 será una prueba para todos: para políticos, jueces, medios de comunicación, autoridades, pero especialmente para los ciudadanos estadounidenses.
No nos permitamos robar nuestros votos o esperanza. No duermas con discursos demagógicos ni dividamos con miedo. La democracia no se hereda: está construida y, todos los días, con decisión y coraje.
Porque si dejamos de votar libremente, pronto dejaremos de vivir en libertad.